martes, 17 de diciembre de 2024

15 Años después. . .

Inicié este blog de niño. Pasa que hoy me entró la curiosidad después de tantos años, por ver si aún existía. Al leerlo, tuve una mezcla de cringe (pena ajena), risa y nostalgia, como si mi pasado me estuviera diciendo: "¿De verdad pensaste que esto era una buena idea? 

Hoy, como adulto, mis días están marcados por el compromiso y una rutina establecida. En el camino, he seguido mis pasiones, he aprendido de los altibajos de la vida, he aceptado derrotas, errores y situaciones desafortunadas, y he ganado sabiduría a través de las diversas realidades que me han tocado vivir. Este viaje me ha transformado, y ahora, en esta etapa, me encuentro desempeñando un papel que nunca imaginé: soy un soldado. Una ocupación que, sinceramente, nunca habría anticipado para mí.

Diría que he vivido cuatro vidas. La vida tan intrigante y alegre, a pesar de tanta desdicha y maltrato, llena de aventuras e imaginación que viví de niño. Luego, la vida tan desolada y solitaria, como un fantasma, que viví de adolescente que me marco socialmente. La vida migrante y joven en instituciones y calles que me dejo con marcas en mi cuerpo y alma , y ahora, el inicio de mi vida como soldado.

Lo que más me asusta es no saber si estaré mentalmente bien, porque en cada una de estas etapas me ha tocado sanar profundamente, adaptarme a cambios drásticos y confrontar mis propios demonios internos. No temo morir, pero vivir incorrectamente. 

En estos últimos cuatro años, después del Covid y AI, perdí por completo el control de mí mismo. Perdí el interés en vivir, en seguir adelante, y la paranoia terminó por apoderarse de mí. Cometí el error más grande de todos: me rendí. Estaba destruido, y cuando parecía que comenzaba a recuperar algo de normalidad, después de años viviendo en instituciones y en las calles, el golpe de realidad fue más fuerte de lo que había imaginado. Fue un choque, una caída tan brutal que me hizo cuestionar todo lo que creía sobre mi capacidad para seguir adelante.

Mi cabeza tampoco estaba bien;  Añoraba vidas no vividas, veía a mucha gente morir a mi alrededor y no podía evitar pensar en la ausencia de mis seres queridos. Sentía que ellos me habían olvidado, mientras mi mente se conservaba como un museo, un lugar donde el tiempo no había logrado dejar su huella. Fue devastador enfrentar el paso del tiempo, como si me hubieran congelado y luego descongelado después de casi diez largos años, en los que tuve que despedirme de mi abuela, del amor de mi vida, y de mi país. 

Hoy ya no albergo tanto dolor, pero las preguntas persisten. ¿Volveré a mi sueño? ¿Moriré sin haber hecho lo que amo, sin haber seguido mi pasión? ¿Seré capaz de vencer mi resistencia interna para convertirme en la persona que quiero ser? ¿Tendré dinero, o ya es demasiado tarde para lograrlo?

Ya no espero nada de mi pasado ni deseo reconectar.  A quien espere y añore, le (les) he querido y posiblemente amaré por siempre, en el caso de quien ame tanto ... desde el momento en que lo conocí, pero acepte que las circunstancias no lo permitieron y ahora es muy tarde. Me frustra que nunca ni siquiera tuve la oportunidad de fallar. Pero debo seguir adelante.

Hoy tengo una nueva familia, que me ha dado algo que nunca antes había recibido: amor incondicional. Es algo maravilloso, algo que no puedo dar por sentado. Pero, como soldado, sé que mi misión es protegerlos, velar por su futuro y por el mío, garantizarles una vida cómoda. Lo que más me aterra es no poder proveer, no poder cuidar de mi familia, de mis hijas. La idea de no ser capaz de cumplir mi papel, de no ser el hombre que mi familia necesita, es lo que más me preocupa.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario